EL ZAPATERO "Tío Melé"
- Jose Izquierdo
- 30 déc. 2019
- 2 min de lecture
Dernière mise à jour : 26 oct. 2020
El olor a pegamento de los zapatos del "tío Melé"

Esta foto me recuerda mucho al tío Melé, como todos le llamábamos con cariño. Cómo recuerdo aquel olor a pegamento, qué tiempos difíciles aquellos. Pero la verdad es que según se están poniendo las cosas estos tiempos tampoco son nada fáciles.
¿Quién de los de mi generación no recuerda al tío Melé? Sí, el del mandilón de cuero colgado al cuello sentado siempre frente a una diminuta ventanilla reparando el calzado.
Había algún zapatero más en el pueblo, aunque nosotros siempre éramos de tío Melé. Todos desaparecieron hace años como consecuencia de muchos factores, entre ellos tirar los zapatos viejos.
No hacia falta entrar en la casa del tío Melé para identificar el olor a cuero de aquella habitación, mezclado con el del montón de zapatos viejos, por reparar, que sin ningún orden solían reposar en un rincón, junto con el olor intenso y penetrable del betún; todos estos olores se dejaban mecer por la calle y no había que preguntar dónde vivía el zapatero.
Sentado en una silla o taburete bajo, con el delantal ya reseñado, impregnado éste de manchas negras y rojas producidas por el trabajo diario además de algún que otro corte provocado por descuidos de la afilada y larga cuchilla con la que cortaba el cuero, el tío Melé, reparaba el calzado.
Desde la calle y viendo su ventana , que quedaba por debajo de dicha calle, me gustaba ver aquella mesita donde trabajaba repleta de pequeños compartimentos en su base colmados de tachuelas y clavos de distintas medidas; entre ellos, unas medias lunas de metal que servían para que no se desgastaran las punteras y que sonaban tanto al andar.
Aquellos raros punzones que servirían para taladrar los duros materiales de los calzados. Yo tenía una cartera del colegio de cuero, herencia de los Choas, y me la cosió el tío Melé. La cuerda encerada era introducida por los agujeros realizados por los instrumentos antes reseñados; y así quedó cosida la cartera. Cuando la llevé a casa contento de verla arreglada se la enseñé a mi padre que comentó: " Se nota la buena profesionalidad del maestro". Por lo tanto, tío Melé no solo reparaba los calzados, también las carteras e incluso los balones de reglamento (que es como llamábamos a los balones que nos compraba el cura). Así era aquel gran zapatero de mis tiempos. Hoy podemos escuchar: “Zapatero a tus zapatos”, frase muy utilizada y que se perderá con el tiempo como se extinguieron los zapateros . Sirva como homenaje a este artesano que dejó huella en nuestro pueblo.
Comments