LA CINTA MÉTRICA Y EL PAÑERO
- Jose Izquierdo
- 29 oct. 2020
- 4 min de lecture

Los pañeros más veteranos no nos explicamos la venta de pantalones por Internet, ¿ por qué?
Regresemos a la actividad de estos ambulantes manteniéndonos en la década de los 70 , época de la España de los jipis y de la apariencia en las medias clases, el pañero requería de una cinta métrica para demostrar al cliente la talla que usaba de pantalón, tanto femenino como masculino.
Los pañeros utilizaban cintas métricas para tomar las medidas del cuerpo de los clientes. Una cinta métrica de pañero debía ser flexible para poder colocar alrededor de la cintura.
Las primeras cintas fueron de tela, solían medir metro y medio.
El pañero te media con cuidado la cintura, era algo esencial para darte la talla exacta, pues muy pocas veces fallaba.
Hoy parece ser nos remplaza Internet, sobra la cinta y de qué manera. Los que dependimos de la cinta métrica no lo comprendemos, pero es la realidad. Pero lo que más nos llama la atención es que cualquier chaval sea capaz de tirarse el pisto de "modisto" sin haber hecho nada en su vida, solo por pertenecer al gremio de moda venta por Internet. Es más me atrevo a decir que este mismo joven mira con desprecio al pañero del barrio. Porque para que engañarnos. Internet está plagado de estos cantamañanas y tipos que sin haber montado un negocio en su vida se pasean como estrellas de la moda como grandes emprendedores. Y el pañero, tendero del barrio es el carroza, desfasado de la cinta métrica.
El problema de todo esto es que son muchas las personas que se dejan seducir por los cantos de sirena y creen que comprar un pantalón en Internet consiste en descubrir un mundo nuevo, precio, confort y moda. Pues no, lo siento mucho, pero el sacrificio y arriesgo del pañero, la lucha por su barrio, sus vecinos, su ciudad no te lo da la compra por Internet.
Interacción consumidor-pañero de la tienda o mercadillo. Mientras que en internet realizan sus compras sin ningún tipo de asesoramiento, los pañeros generalmente conocen muy bien sus productos y podían asesorarnos en cuál es mejor de acuerdo con nuestras preferencias. Además, como ya nos conocen, pues seguramente nos pregunten por nuestros problemas y nos tengamos que ahorrar visitas al psicólogo…;)
Creamos un clima de intercambio de productos o servicios, pues es posible que si yo tengo otro negocio, esa persona acuda a mí cuando necesite de mis productos o servicios. Ello fomenta un clima social favorable para el barrio, ciudad o pueblo, fomentando la interacción y el cooperativismo.
Ahora tú, consumidor, tienes la última palabra y eres libre de decidir comprar tus pantalones en internet o en tu tienda de barrio de toda la vida. Seguramente el dependiente de la tienda, Vicente, Félix, Agustín, Julio, Lino, María, Pepe, Juani, agradecerá que vayas a hacerle una visita y le des la satisfacción de hacer la compra en su tienda.
Lo perfecto es enemigo de lo bueno, hoy lo bueno es Internet pero eso no es lo perfecto y esto puede llevarte a la parálisis de tu pueblo, de tu barrio.
La moda es una de las manifestaciones características de la sociedad de consumo. Los cambios de modelos en el vestir fuerzan a los ciudadanos que quieren seguir las tendencias del momento a consumir los nuevos productos. Los adolescentes no son ajenos a ella y existen una gran abundancia de tiendas que exhiben modelos asequibles y variados que ellos ansían y compran. Por lo tanto Internet no ves la prenda ni la palpas, no sabes nada sobre ella... Para los adolescentes el tipo de ropa o el disponer de una determinada tienda cerca de donde vives puede significar el pertenecer e interactuar o no con tu barrio con tu gente.
VIVAN LOS PAÑEROS!!
En el primer día de clase, el profesor entró al aula y lo primero que hizo fue pedir el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila:
¿Cuál es su nombre?
Mi nombre es Nelson, Señor.
¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! – Gritó el maestro desagradable.
Nelson estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente recogió sus cosas y salió de la clase.
Todo el mundo estaba asustado e indignado, Nelson no había hecho nada pero nadie habló.
¡Muy bien! – Vamos a empezar, dijo el profesor.
¿Para qué sirven las leyes? preguntó el maestro – los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta:
Para tener un orden en nuestra sociedad.
¡No! – Respondió el profesor.
Para cumplirlas.
¡No!
Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones.
¡No!
¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta!
Para que se haga justicia – una muchacha habló con timidez.
¡Por fin! Es decir, por la justicia.
Y ahora, ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan vil del profesor.
Sin embargo, continuaron respondiendo:
A fin de salvaguardar los derechos humanos …
Bien, ¿qué más ? – preguntó el maestro.
Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien …
Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta:
“¿Actué correctamente al expulsar a Nelson del aula?”
Todos estaban en silencio, nadie respondió.
Quiero una respuesta por unanimidad!
¡No! – Todos contestaron con una sola voz.
Se podría decir que he cometido una injusticia?
¡Sí!
¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? Para que queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todo . ¡No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a Nelson – dijo. Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período.
Aprendan que cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.
El pañero ha sido un sector que ha posibilitado a la vez una actividad económica y una función social muy cotidiana, próxima y básica la del suministro y abastecimiento a la población de productos de primera necesidad, desde las sábanas para la cama hasta los cortes de pana para hacerse unos pantalones, lo que ha generado unas relaciones sociales muy particulares durante siglos , tanto dentro como fuera del propio comercio. Foto de pañeros haciendo camino, finales del XIX.
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