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EL PALILLO Y LA GUINDA




El palillo era una parte rutinaria de la escena de los bares de nuestra época. Parece ser que los nativos de Sudamérica ya lo usaban en el siglo XVIII cuando Foster lo importo primero a E.U. y después Europa.


Antes de comer y sobre todo los domingos los bares de nuestra infancia se llenaban de hombres para degustar los pinchos con palillo en la boca, también después de comer usaban estos palitos pinchándolo en el puro y mojándolo en la copa de Terry, Espléndido o Soberano y los más dulces en anís Asturiana y castellana, aún recuerdo la especialidad de cada cliente.


Algunos les duraban toda la tarde de partida, otros mordisqueaban había malabaristas capaz de mover el palillo de comisura a comisura sin dejar de hablar y echando las cartas, y quien se lo sacaba de la boca y lo utilizaba a forma de púa de guitarra para dar música a sus palabras.

Los más pequeños teníamos la guinda de tío Chinchurrano, un palito con la copa de un caramelo precursor al chupachups.


La guinda era un caramelo que permitía una pausa, sostenerlo en la mano o hincarlo en la tierra y tras unos segundos de descanso, retomar su degustación y cuando se acababa no tirábamos el palito, entrenábamos para el manejo en la boca.

 
 
 

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© 2020 por Jose María Izquierdo Hernández.

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